sábado, 23 de enero de 2010

EL MONUMENTO DE LOS NIÑOS DE PISCO


Que nació por feliz iniciativa de un hijo de ese pueblo, debe tener ese carácter; los niños son las reservas más puras de la nación.Mañana cuando estos niños, convertidos en ciudadanos, cuando este bello pedazo de suelo del país, ocupe el sitial que le corresponde di´rán con legítimo orgullo de pisqueños y de peruanos: "YO CONTRIBUÍ A LEVANTAR ESE MONUMENTO"


Se nombraron comisiones con personalidades de la localidad, entre ellos figuraban el Dr. Julio Fernando Núñez Gómez, Juez de Primera Instancia de Pisco. El Sr. Remigio Penagos (tesorero), el Prof. Jorge Lizarbe Valiente, el escultor José Luis Peña y Peña y directores de colegio y cerca de 25 alumnos que viajaron a Lima, el 5 de agosto de 1951, aprovechando las vacaciones del medio año, con intensiones de hablar con el Presidente de la república y del Palacio de Gobierno los mandaron al Ministerio de Educación, donde fueron recibidos por el propio Sr. Ministro, quien considero que "era antipedagógico, esta gestión y que volviésemos a Pisco a continuar con sus estudios".


Fue muy triste este encuentro y el desengaño de estos jóvenes estudiantes pisqueños que regresaron con mucha pena, en el más grande silencio, en sus caras y su rostro se notaba las lágrimas y el desaliento de quienes habían confiado en la ayuda oficial.


Pero al llegar a Pisco, los jóvenes estudiantes le dijeron a su Prof. Peña y Peña y a los que habían acompañado en la comitiva a Lima, que estaban dispuestos a seguir trabajando para hacer realidad este anhelo de eregir un monumento al general San Martín en nuestra Plaza de armas, como vivo testimonio de gratitud y orgullo provinciano.


El tiempo fue pasando y también pasaron por el municipio psiqueño, distinguidos ciudadanos que veían con simpatía, esta patriótica gestión, pero faltaba el dinero y el bronce.


En mayo de 1953, hubo una gran administración municipal, cuyo alcalde ofreció su apoyo, en todo lo que estuviese a su alcance, promesa que sirvió para levantar el entusiasmo de nuestra juventud y personas que miraban con simpatía la erección de este monumento, en este pueblo en donde había arribado en setiembre de 1820, la gloriosa expedición libertadora, al mando del Generalísimo José de San Martín.


Se iniciarón los trabajos previos en centro de la Plaza de Armas, para la construcción de la enorme base para el monumento y el Alcalde por seguridad le hizo firmar al escultor Peña y Peña, un documento por el que lo obligaba al cumplimiento de la erección del monumento en un plazo máximo de 6 meses. Pero, no se le ofrecía ni dinero ni los materiales necesarios, como era principalmente el bronce, amenazándosele de hacerlo responsable por incumplimiento, si era necesario, y si no se entregaba la obra dentro del plazo acordado en el contrato.



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